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Pedro Marcos
Coach personal y ejecutivo
Coaching Taurino y para el Alto Rendimiento

http://www.efic.es/
pedromarcos@efic.es

martes, 23 de noviembre de 2010

Un cliente de coaching contando su experiencia (relato verídico)

Hace unos días asistí a unas jornadas sobre coaching y tuve la oportunidad y la suerte postrera de escuchar el testimonio de un coachee (cliente de coaching) en relación al proceso de coaching ejecutivo que había recibido tiempo atrás. Sin duda su coach (que estaba presente) bien podría estar orgulloso del trabajo hecho, pero si cabe más, habría de estarlo el protagonista del siguiente relato verídico (salvo nombres y referencias). Es un poco largo pero merece la pena porque además ofrece claridad desde un punto de vista no muy utilizado, el punto del vista del cliente.

¡Que lo disfrutes!

Buenas tardes a todos.

Mi nombre es MJ y soy un ejecutivo, especialista en seguros, que trabaja en C en una Compañía líder en su sector. Manejo un presupuesto anual de más de 20 millones de euros y soy responsable de la asistencia sanitaria que reciben en mi provincia más de 40.000 personas. Leo esta disertación, ya que mi especialidad no es la oratoria publica sobre el coaching, de esta manera intentaré no olvidar nada de mis experiencias.

Hace cuatro años mi empresa se embarcó en un proceso de formación muy intenso. El proyecto incorporaba sesiones de coaching para sus ejecutivos y ese es el motivo que me hace estar con ustedes.

¡Que difícil compromiso, comentar en este auditorio, una experiencia como la de haber participado en un proceso formativo, donde el núcleo giraba en torno al coaching!.

¡Difícil, y apurado también, cuando en la misma mesa se sienta quién durante varios meses ha compartido tus experiencias de trabajo y dirigido tu proceso de coaching, JM! Por eso antes de comenzar permítanme dirigirme a él y solicitar su venia y de ustedes su indulgencia…

Hace esos cuatro años, una persona me saludaba jovial en un despacho y se sentaba a mi lado para explicarme que seria mi coach y me acompañaría hacia un viaje extraño, al que no sabía muy bien si quería ir… era un viaje hacia el interior de mi mundo laboral, pero en el rozaríamos sensibilidades más personales…

Francamente, aquella primera reunión me produjo mucha inquietud: “No irás a analizarme” preguntaba inquieto… ¿tienes que hacer un informe de mí? ¿Hablar de que? Era el temor a ser invadido o psicoanalizado: a estas alturas de mi vida profesional me parecía inaudito!!! Que mi empresa contratara un psicólogo para mí, cuando menos era increíble!!! También entendía que mi rendimiento estaba en su punto álgido y no había mermado: 20 años de experiencia, un dominio apreciable del negocio y varios reconocimientos y diplomas me hacían encogerme de hombros, escéptico sobre la aventura en la que mi empresa me embarcaba… Me encontraba seguro en mi prestigio profesional.

¿Qué me van a enseñar más? ¿Es que no hago ya cursos y me reciclo? ¿Mi actitud no es favorable hacia mi empresa y me dedico a ella lo suficiente?

Todas estas cuitas y preguntas se disponían en mi mente, una tras otra con inquietud.

Después descubriría que todas aquellas sensaciones no eran más que mis reticencias al cambio o mi lucha contra las creencias negativas. Un mundo de emociones que tendría que dominar e incluso aprovechar en lo que era un estilo de liderazgo por inteligencia emocional, según me habían enseñado.

Como no sabía que era el coaching, curioso, me sumergí en la búsqueda en Internet de lo que quería decir esta palabra. La verdad es que entonces no había mucha literatura disponible, hoy preparando esta pequeña charla, la misma búsqueda me ha hecho ver que existe un avance intenso en estas experiencias, no solo en el mundo laboral, también adaptadas a otros ámbitos de la vida.

Decía Jean Paul Sartre que “Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”. Creo que el proceso de coaching pretende que uno recupere ese amor por lo que uno hace. Esa intensidad vital con la que se afronta la vida laboral y sus retos del día a día. En este pensamiento de Sartre encuentro mi definición personal de mi coaching empresarial, aunque podemos obtener otras más académicas o generales y disponibles para todo el mundo, como las que definen que:
El Coaching es un proceso de entrenamiento individual concebido para ayudar a personas, grupos u organizaciones a alcanzar sus objetivos. Estas, evidentemente, aportan bien poco, son frías, distantes de la realidad del proceso, que recuerdo como intenso.
Existen definiciones más prosaicas, como las que he encontrado en la lectura de un psicólogo argentino, Leonardo Wolk, que define el coaching como el arte de soplar brasas… una figura retórica preciosa que nos deja en la mente ideas confortables como puede ser la de un fuego que renace y que es también el brillo de la ilusión en el profesional agotado o sin estímulo… el ardor de sus comienzos sigue allí, como describe este autor, maravillándose cuando lo encuentra en sus coachees.

Como saben, el proceso se lleva a cabo mediante sesiones periódicas y confidenciales en las que el coachee tiene la oportunidad de descubrir y potenciar sus puntos fuertes, identificar sus verdaderas necesidades y recursos, detectar sus juicios y creencias limitadoras y plantearse metas y objetivos acordes con sus valores.

En mi caso, el desarrollo en temas troncales generales y también específicos, recibiendo formación y luego reforzada en sesiones de coaching, revisando la aplicación de lo aprendido, analizando los resultados y las dificultades en la práctica, fueron fundamentales para obtener el máximo beneficio de la formación recibida.

Recuerdo aun hoy (y me lo repito mentalmente muchas veces al día) una frase de Einstein sobre la que trabajamos profundamente y que nos conduciría al abordaje del mundo de las creencias, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Me quejaba de que no obtenía de mi equipo, mis superiores y compañeros resultados distintos, que siempre era la misma disposición y aun no me había dado cuenta que el que enfrentaba las circunstancias laborales de la misma manera era yo.

Trabajar sobre el estilo epistolar, anotar los resultados, comprobar los efectos de enfrentarse a los asuntos con una disposición distinta, arrojaba distinto resultado que hasta entonces. Todavía me recrimino cuando veo que obtengo idénticos resultados: “No hagas siempre lo mismo” y espero y consigo resultados distintos…

Luego, esta frase la he ido sustituyendo por otra también que encuentro muy juiciosa y plenamente vigente para un liderazgo emocional: “Intenta no volverte un hombre de éxito, sino un hombre de valor”. Esto es así porque entiendo que el proceso de coaching es un proceso de asunción de responsabilidad.

El coach sabe que esta consideración es crucial y por ello mientras el coachee siga creyendo que sus problemas son consecuencia de los factores externos, el proceso no tendrá eficacia. No sirve decir “mi jefe es injusto”, me reconozco como victima y cierro toda posibilidad de acción (será mi jefe el que tenga que cambiar de actitud) delego en el un poder que también está en mis manos, pero si digo “no se que hacer para que mi labor sea reconocida” declaro mi incompetencia y me abro a posibilidades de acción que puedo ejercer personalmente.

El coach te guía en este proceso de autodescubrimiento, te ayudará a formular un plan de acción a medida y estimulará a que se realicen los cambios necesarios para ver cumplidos deseos, proyectos y aspiraciones.

Un coach no es un psicólogo, un consejero o un consultor. Es un aliado que te acompañará y enseñará a obtener resultados en profesionales que se sienten atrapados, desmotivados e incluso con sentimientos de incompetencia ante circunstancias difíciles o de cambio.

De esas difíciles circunstancias de cambio puedo dar fe, que realicé el traslado de sede de trabajo de una ciudad a otra. Afrontando el cambio en toda su dimensión y reconociendo las fases necesarias para asumirlo, con ayuda del coach, hasta encontrar la conclusión de que cada cambio es una oportunidad que se nos brinda.

En esos momentos y de manera singular, mi coaching alcanzó toda su dimensión, en unas circunstancias excepcionales en mi vida y que pude asimilar, aceptar. Esa disposición no solo me sirvió a mí, influyó en mi entorno de manera notable y el entusiasmo del día a día retornó a mi ánimo, mejorando los resultados no solo míos, sino de mi equipo, siendo reconocido por mis superiores.

Por ello, el Coaching empresarial permite mejorar y mantener la capacidad profesional con:
• Más claridad de los objetivos
• Mejor comunicación interna
• Más entusiasmo en el trabajo
• Más confianza en sus propias capacidades
• Más confianza en las habilidades del equipo
• Más interés en el uso de herramientas y sistemas adecuados.

Pero también es imperativo que el candidato para el Coaching desee recibirlo, que su disposición sea favorable y sea receptivo.

Para que esto sea posible, es vital que la dirección de la empresa establezca que recibir Coaching es un acto positivo y apoyado por la misma organización, como así sucedió en la mía, por el volumen de compañeros incorporados al proceso, la comunicación y la participación.

Los resultados contaron con el aval de nuestros superiores, que además en una reunión de cierre de este proyecto, respaldaron nuestro trabajo en un reconocimiento público, contagiados de ese nuevo espíritu (o renovado) que disfruta un ejecutivo tras un proceso de coaching.

Como resumen les diría que:

La persona que recibe Coaching demuestra interés hacia los otros en su mejora y compromiso con el aumento de su contribución. Es una manera efectiva de actuar con el fin de enfrentarse y actuar contra los problemas y dificultades.

El Coaching es la herramienta más potente para obtener más y mejores resultados sin aumentar el equipo en las empresas.

Un estudio internacional ha demostrado que ofrecer formación a los empleados puede aumentar sus resultados en un 22 % , mientras formación + Coaching aumenta los resultados hasta un 88 %.

Muchas gracias a todos.


Espero que te haya gustado

(Gracias MJ)

Pedro Marcos
www.efic.es

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